"¿Te gusta el queso de cabra?", preguntó ella. Y él pensó que sí, que le gustaba el queso de cabra, pero también pensó que amaba aquellos ojos que le miraban desde el otro lado de la mesa, que amaba aquellas manos que se movían del tenedor a la coca-cola, que amaba aquella voz, aquel pelo que se agitaba al aire de diciembre, y no dijo nada. Se dió cuenta de que la mujer esperaba una respuesta. "Sí, sí me gusta", dijo, y la siguió amando.
Carlos Gismera ©
España
10 comentarios:
Me encanta tu relato, Carlos, pura ternura hecha queso de cabra.
Abrazos
La belleza cotidiana. La mejor.
Hermoso micro.
Me encantó ese hilar los pensamientos, ese observar enamorado... Preciosa escena.
Saludos y almendras.
Un rico micro, con sabor a queso de cabra y finas hierba. ¡Hay tantas cosas que se aman de una persona!
Que tierno, a pesar del queso de cabra.
Me ha encantado.
Maravilloso, un texto sugestivo.
Me gustó muchísimo
Sí, sí me gusta este micro. Esos fragmentos de lo cotidiano que enamoran. Me encantó, Carlos. Saludos van!
Carlos eres un maestro en retratar lo sublime del amor cotidiano, sin aspavientos, sin gestos de exaltación absurdos, solo la verdad única y eterna del amor
Muy bonito, tierno y que bien hilado todo el texto.
Besitos
Qué finamente resaltas el amor sin cursiladas.
Muy lindo (esto sí me salió cursi).
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