Lo peor de flotar es que a veces me pongo cabeza abajo. Muevo los brazos como he visto que hacen los cigoñinos y lo más que consigo es dar vueltas en espiral. Mi mujer, entonces, me ata a una silla. Mi mujer me dice, tirando de la cuerda para que le preste atención:
-eso te pasa por comer chicles de menta mientras bebes cerveza.
Desde que ayer el médico me hizo una exploración abdominal completa y me pinchó con una aguja a la altura del ombligo, ahora los gases no los expulso por el ano o eructando.
Cuando mi mujer me dice que baje a cenar, levanto un poco el parche que me pusieron en donde me pinchó el médico, me inclino unos cuarenta grados y me salen los gases chorreando con gran alivio y sonido de corneta.
Autor: Guillermo Jiménez ©
País: España
3 comentarios:
¡Que divertido!
Jajaja, Guillermo perdona que me ría, pero es que lo imagino y...no puedo evitarlo.
Genial,
Gracias. Si el microrrelato quedó un tanto deslavazado es porque tuve que reducirlo a 150 palabras para que cupiera en el "vendaval". Gracias por haber captado el toque de humor un tanto escatológico...
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