Gira el dado en el aire y su puño lo captura al vuelo. Seis caras,
seis opciones. Abre la palma – el vértigo de la incertidumbre es algo
a lo que por suerte todavía no se ha acostumbrado- : Uno. Entonces,
busca la Biblia en su morral entre el Corán, la Torá, las Upanishad,
el I Ching y la Satánica de LaVey. Se endereza, ordena un poco la
camisa, aclara la garganta y ensaya su mejor y más devota sonrisa.
Toca el timbre.
© Débora Benacot
Argentina
www.caramelosenelfrasco.com.ar
10 comentarios:
Qué tiempos más duros, estos que ya no sabemos ni qué vender.
Un abrazo
Los vendedores de mentiras. Lo que no dice el relato es lo bueno.
Alguna le tocará, pero de la muerte no habrá escapatoria.
Curioso relato.
Alá, Jebus, los amo a todos, jejejeje. Muy bueno débora, nos vemos.
Genial, Débora! Pero por san expedito en minifalda, que no toquen el timbre porque los saco vendiendo biblias!
Saludos vendavaleros!
Excelente.
Como de costumbre, nunca puedo adivinar tus finales.
Me gusta, no vende una mentira, vende todas, solo se trata de elegir cual toca ese día.
Besitos
Y posta que abrís la puerta vos.
Es buenísimo.
Genial el oxímoron del título.
Me encantó!
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